«Unas Instrucciones para gobernarlos a todos»: Las Instrucciones de Palamós

A su partida a Italia en 1543 para hacer frente a la cuarta guerra contra Francia, Carlos V dejó al príncipe Felipe unas instrucciones secretas para aconsejar y guiar al joven regente en el buen gobierno de los reinos peninsulares.

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Habéis de ser, hijo, en todo muy templado y moderado. Guardaos de ser furioso, y con la furia nunca ejecutéis nada. Sé afable y humilde. Guardaos de seguir consejos de mozos ni de creer los malos de los viejos”. (Instrucciones secretas de Palamós de Carlos V a su hijo Felipe II).

Juan Silíceo, preceptor de Felipe II

Una esmerada educación

La voluntad de todo padre siempre ha sido legar la mejor educación posible a su hijo. Valores, moral, ética, saber estar… Todo consejo es poco cuando se trata de preparar a un vástago para el devenir de la vida. Pero cuando eres el monarca más poderoso de tu tiempo y tienes como fruto y retoño al heredero de la primera monarquía universal de la historia, cuidas los consejos hasta el extremo, previendo todo lo que pueda pasar, sin dejar un solo ápice a la imaginación ni a la libre y confusa interpretación.

Felipe tan sólo tenía 16 años cuando asumió la regencia, pero tenía a sus espaldas una esmerada educación y preparación

Cuando Carlos V marchó a Italia en 1543 para verse las caras con Francisco I de Francia, dejó a su hijo Felipe como regente de los reinos peninsulares. A pesar de contar con tan sólo 16 años, el joven príncipe tenía a sus espaldas una esmerada educación a cargo del futuro cardenal Silíceo -por entonces catedrático de Filosofía Natural- y don Juan de Zúñiga -íntimo amigo del emperador y principal preceptor de Felipe-, amén de haber tenido su primera experiencia militar con 15 años cuando acompañó al duque de Alba y su ejército al Rosellón, amenazado por los franceses.

Regente a la fuerza del sino

A pesar de la supuesta experiencia del príncipe, Felipe no dejaba de ser un muchacho, un chiquillo a caballo entre la adolescencia y la juventud que, a pesar de todo, seguía aferrándose a destellos de su infancia. Apenas habían pasado 4 años desde que su madre, la emperatriz Isabel, muriera y Felipe seguía frecuentando, melancólico, los entornos familiares que le recordaban a su progenitora.

A Felipe le costó superar la muerte de su madre y aunque su padre siempre lo comprendió, las exigencias de gobierno estaban por encima de los sentimientos

Carlos siempre empatizó con su hijo y comprendió su situación, pero el destino del príncipe era el destino del Príncipe, había que curtirlo en los entresijos de la vida palaciega e introducirlo en los complicados y engorrosos asuntos de gobierno. Carlos sabía lo que hacía, él mismo llegó a España con 16 años para tomar posesión de las distintas coronas y desde el comienzo no lo tuvo fácil. Poco antes de embarcarse, el emperador dejó escritas en Palamós dos instrucciones a modo de consejos personales y de gobierno.

Las Instrucciones

En la primera carta, Carlos, teniendo en cuenta la juventud de Felipe, le advierte de que “habéis menester determinaros en dos cosas; la una y principal: tener siempre a Dios delante de vuestros ojos… y lo otro, creed y ser sujeto a todo buen consejo”, porque así “supliréis la falta de vuestra poca edad y experiencia, y la tendréis tal con el tiempo, que de aquí a poco seréis bastante y capaz para gobernarlos bien y cuerdamente.” En el plano judicial le recomienda: “Habéis de ser muy justiciero y mandad, siempre a todos los oficiales de ella que la hagan recta y que no se muevan ni por afición ni por pasión, ni sean corruptibles… y al que otra cosa hiciere mandarás castigar… Y si sentís algún enojo o afición en vos, nunca con ese mandéis ejecutar justicia”.

Carlos aconsejó a Felipe obrar con justicia y atención a sus súbditos para que no cometiera los mismos errores que él cometió a su edad

Siguiendo esta línea, el emperador, que para entonces era perro viejo en aquellos asuntos, aconsejaba su hijo hacerse respetar por todos. ¿Cómo? Especialmente impartiendo buena justicia y guardando cumplir los fueros y leyes de cada reino, especialmente con lo que respectaba a Aragón, “porque más presto podríades errar en esta gobernación que en la de Castilla”. Y para ganarse la consideración y el reconocimiento del común de la gente, le ordena: “Daréis, hijo, las audiencias necesarias y seréis blando en vuestras respuestas y paciente en el oír, y también habéis de tener horas para ser entre la gente visto y platicado”.

Toda prevención es poca

Al final de la primera Instrucción, Carlos da un quiebro a los asuntos de gobierno y se centra en cuestiones más personales, cuestiones como el estudio -”que antes os hará crecer en honra y reputación”- o el trato que Felipe había de dispensar a su futura esposa María Manuela de Portugal en la alcoba: “conviene mucho que os guardéis y que no os esforcéis a estos principios -el sexo-, porque demás que eso suele ser dañoso, así para el crecer del cuerpo como para darle fuerzas, muchas veces pone tanta flaqueza que estorba a hacer hijos y quita la vida como lo hizo al príncipe don Juan, por donde vine a heredar estos Reinos”.

Francisco de los Cobos

El emperador llegó a recomendar a su hijo un correcto uso del matrimonio y le exigió rodearse de hombres mayores y más sabios que él

Del mismo modo, le hace saber que, a pesar de su edad, ya es un hombre y como tal debe comportarse, por lo que le exige que abandone su círculo más prepuberto e infantil, porque “vuestro acompañamiento principal ha de ser de hombres viejos y de otros de edad razonable, que tengan virtudes y buenas pláticas y ejemplos”, hombres tales como Juan de Zúñiga (“vuestro reloj y despertador”) y Francisco de los Cobos, buenos guías y preceptores regios sobre quienes Carlos depositaba toda su confianza para el curtimiento del futuro rey.

Sin duda, aquellos consejos serían el mejor de los manuales de gobierno para el joven príncipe, pero aún quedaba una Instrucción por abrir, una instrucción inexcusablemente secreta y sumamente personal.

Bibliografía:

Martínez, Enrique. Felipe II: el hombre, el rey, el mito. La Esfera de los Libros.

Ball, Rachel y Parker Geoffrey. Cómo ser rey. Instrucciones del emperador Carlos V a su hijo Felipe. Mayo de 1543. Centro de Estudios Europa Hispánica.

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