El poder de las imágenes, el Cine y la Historia

Nos encontramos imbuidos de las imágenes, en la edad contemporánea son claramente hegemónicas y predominantes, por increíble que pueda parecer no es un atributo exclusivo de la modernidad.

cine
El cine es una de las artes más influyentes en nuestra época.

El ser humano desde que toma consciencia de sí mismo, se puede apreciar en las composiciones de Lascaux , caballos que huyen bajo las flechas datado hace 15.000 años (Debray, 1994, p.20), utilizará las imágenes como una forma de expresión artística pero además servirán de medio comunicador, incluso ocultando en dichas imágenes otros propósitos.

Precisamente por esta razón, la imagen está supeditada al igual que los documentos históricos al análisis historiográfico, y a la crítica de las fuentes, teniendo en cuenta lo que Rosenstone denomina la mirada interesada, es decir la intención que se registra en la imagen, al ser usada como transmisora de información.

Los historiadores no pueden ni deben limitarse a utilizar las

imágenes como «testimonios» en sentido estricto. Debería darse

cabida también a lo que Francis Haskell llamaba «el impacto de la

imagen en la imaginación histórica». Pinturas, estatuas, estampas,

etc., permiten a la posteridad compartir las experiencias y los

conocimientos no verbales de las culturas del pasado”

(Burke, 2005, p.16)

La imagen, potente transmisor … Pero cómo explicar que Kurosawa es atemporal no sujeto a un momento histórico concreto, fuera de toda cultura, pero a la vez inserto en el colectivo, que trata temas universales, como en su Trono de Sangre de 1957 adaptación de la obra Macbeth de Shakespeare, el egoísmo humano se muestra en toda su crudeza, “la lenta e insensible formación de la naturaleza real del hombre” (Debord, 1995, p.79). Acaso esto no sirve de instrucción, mezclamos lo efímero con lo enigmático, vemos claramente la influencia de Shakespeare en cada fotograma, nos sustraemos del ahora. Pero Kurosawa a pesar de todo, es un amante de la tradición, del teatro Kabuki, el último de los samuráis.

To the past or to the future, to an age when thought is free. From the age of Big Brother, from the age of the thought police. From a dead man, Greetings”. impactante frase de la película 1984 basada en una obra de George Orwell, explicar a las nuevas generaciones que existió una época donde el pensamiento no era libre, pero … once upon a time , podría ser el comienzo de un cuento, pero un cuento duro, hermético sin ambages sin contemplación, que te mira directamente a los ojos sin disimulo y te muestra la condición humana en su faceta más cruda, también lo haría el inconmensurable Kobayashi , mostrando la crueldad de la guerra.

En definitiva, la imagen nos embarga nos transporta a otras épocas y lugares, son pequeños retazos, lienzos de una vida, “…una naturaleza saturniana, alejada, inalcanzable, suavemente inmóvil, perdida siempre para el hombre y reflejada impecablemente en el paisaje pacífico, distante e inasequible hasta la desesperación de Friedrich…”. (Aznar, 2011, p. 47)

Cine VS Historia

Rosenstone, ve claros errores al llevar a la gran pantalla dos de sus obras, Reds y The Good Fight, se toman ciertas licencias, como lugares en los que el personaje histórico nunca estuvo, o pensamientos imposibles en personas insertas en un espacio y tiempo determinado.

La preocupación principal, no radica en el malestar que un historiador puede tener en el momento de analizar la obra, en los profundos errores, en las inexactitudes, el problema real reside en la impresión del público en general, es indudable que vivimos en un mundo sumergido en las sensaciones visuales, apreciándose en mayor medida una película que un libro.

Nos encontramos en la tesitura del planteamiento ante los telespectadores, pueden extraer de una película ideas erróneas de un momento histórico concreto, esta situación es muy grave: “¿Se puede llevar la historia al cine de modo que satisfaga a los que dedicamos la vida a comprender, analizar y recrear el pasado en palabras?” (Rosenstone, 1988).

Es factible llevar el discurso escrito al medio visual, sin que pierda su credibilidad, el historiador J. Raack es partidario de llevar la historia al cine, al ser un medio adecuado para contar historias en un medio multidimensional, nos rodeamos de los efectos visuales del sonido abrumador, somos capaces de guiar nuestros sentidos y experimentar, aunque sea mínimamente las vivencias de los personajes históricos.

Es posible realizar cualquier tipo de film, ambientado en el pasado, vidas individuales, movimientos sociales, revoluciones, guerras. Pero será necesario mantener un mínimo de precisión histórica.

El Cine en general tiende a la mitificación de los personajes, se suele crear un aura demasiado imprecisa, que encumbra al personaje individual y olvida los movimientos en los que el personaje se inserta. Quizás encontramos un ejemplo de glorificación colectiva en la obra de Eisenstein El acorazado Potemkin del año 1925, el director presenta claramente momentos históricos de carácter colectivo.

Es fascinante comprobar que el Cine puede trasmitir sensaciones que los protagonistas vivieron y sin embargo en la obra escrita es más complicado llevar a la imaginación. Nos encontramos en Odessa, una escalera con 194 peldaños (Montiel, 1998), vemos la represión militar sobre la población civil, es brutal, se puede considerar un documento de la barbarie de nuestra época, ¿son estos hechos fidedignos con la historia?, probablemente difieran, pero es mucho lo conseguido, alcanzar unas cotas de dramatismo que penetran en la retina del espectador.

Ilustración I. Fotograma de la película El Acorazado Potemkin

Otro de los problemas con el que nos encontramos a la hora de hacer historia en el Cine, es lo limitado del tiempo, en una película de escasas 2 horas, no se puede contar la vida de César o el desarrollo de la II Guerra Mundial , pero esto no quiere decir que lo mostrado no sea fiel a la historia.

En el caso del Documental, efectuamos un cambio de cierta magnitud, al poder escuchar las narraciones de personas que han vivido los sucesos narrados, expertos e historiadores analizan y desgranan las situaciones históricas, pero incluso en un género que parece el más adecuado para narrar la historia, tienen cabida las posibles manipulaciones, que pretenden adecuar la historia a una ideología concreta.

A la hora de juzgar el Cine histórico, los expertos consideran que se deforma el pasado en base a unas obras escritas, que marcan la pauta y establece las reglas de medición, pero es necesario recordar que esta obra escrita también está sujeta a ciertas convenciones, ya que las narraciones del pasado no son otra cosa que reconstrucciones, (Jenkins, 1991), cierto es que con unas pautas metodológicas y científicas, pero no por ello dejan de ser fieles representaciones del pasado, por lo tanto las recreaciones fílmicas de la historia no dejan de ser representaciones del pasado, la conclusión que podemos extraer de este análisis es no poder juzgar el Cine con los estándares de la historia escrita.

En el cine se recrean personajes que vivieron hace 30 o 200 años, por lo tanto, no es factible saber ciertamente, por ejemplo, el tono de voz del personaje, tenemos que realizar un ejercicio de inventiva, por un lado, podemos tener su pensamiento su ideología a través de sus obras, pero por otro, tenemos una parte creativa y de construcción del perfil psicológico.

Por otra parte, se puede huir del sentimentalismo hollywoodiense, tenemos ejemplos como Far from Poland, de Jill Godmilow, se muestran los hechos históricos en toda su complejidad, sin caer en el romanticismo poco realista, la directora muestra el movimiento obrero Solidaridad, con una gran variedad de fuentes, incluyendo entrevistas, y filmaciones prohibidas, quizás lo más fascinante es que se abre un debate sobre los eventos que recrea (Rosenstone, 1988).

Tenemos ejemplos en los países menos desarrollados de África, la obra Ceddo, de Ousmane Sembene, ambientada en las luchas políticas y religiosas que se darán en África en los siglos XVIII y XIX, centrándose en las peculiaridades que supusieron la introducción del islamismo como doctrina dominante, incluso por encima del poder político, la película se establece como una fuente de reflexión, los alumnos tendrán que pensar y dilucidar sobre los acontecimientos que se están desarrollando en la pantalla.

Nos encontramos ante una película histórica, pero la importancia no reside en la fidelidad de los sucesos narrados, o en su detallismo histórico, más bien en la manera de contar los sucesos, narran los acontecimientos sin pretender que tengan una exactitud absoluta.

Quizás sea un buen ejemplo para entender el Cine como parte de la Historia, narrar acontecimientos que tienen un final concreto y que sabemos cómo se llegó a dicho desenlace, pero, no sería necesario narrar al detalle todos los acontecimientos centrales, podemos perder parte de la información, pero la idea final que queremos trasmitir quedaría intacta.

[amazon_link asins=’8433977997,8446043882,8420674273′ template=’ProductCarouselPers’ store=’academiaplay-21′ marketplace=’ES’ link_id=’bca9e686-b60e-41c7-9854-642eebb69c9e’]

Bibliografía

-Aznar, Y., García, M., Nieto, C. (2011). Los discursos del Arte Contemporáneo. Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces.

-Burke, (2005). Visto y no Visto, El uso de la imagen como documento histórico.. Barcelona: A&M Grafic.

-Debord, G. (1995). La sociedad del espectáculo. Chile: Quattrocento.

-Debray, R. (1994). Vida y Muerte de la Imagen, Barcelona: Ediciones Paidós.

-Jenkins, K. (1991). Repensar la Historia . Madrid: Siglo XXI.

-Montiel, A. (1998). La escalera interminable. Revista el viejo Topo 115: 66-77.

-Rosenstone, (1988). La historia en imágenes, la historia en palabras . The American Historical Review Vol. 93 No 5: 1173-1185.

 

Scroll al inicio