Plantas y hongos: amigos inseparables

Cuando una planta vascular —aquella que cuenta con floema y xilema para transportar agua y nutrientes— y un hongo se asocian para sobrevivir o mejorar su aptitud en el medio, forman lo que se conoce como micorriza. Esta asociación simbiótica permite a ambas partes beneficiarse y tiene un papel importantísimo en la ecología del suelo.

En cualquier ecosistema, no solo la disponibilidad, sino también la capacidad para utilizar los recursos es crucial para todas las especies. Es por ello por lo que las relaciones entre especies son frecuentemente bastante competitivas. Sin embargo, existen también relaciones de cooperación como la simbiosis y el mutualismo en las que las especies se ayudan recíprocamente.

Fotograma de National Geographic: “How Trees Secretly Talk to Each Other in the Forest” que ilustra cómo las hifas que forman el micelio del hongo se integran con la raíz de un árbol. En este proceso, tanto el hongo como la planta se benefician: el hongo absorbe nutrientes y agua que la planta posteriormente utiliza y ésta última proporciona al hongo energía en forma de glucosa y sacarosa.

En el caso de las micorrizas, el micelio del hongo coloniza el sistema de raíces de la planta intra o extracelularmente y, al ser muy absorbente, capta y guarda agua y nutrientes del suelo que la planta tendrá a su disposición. La planta, por su parte, se encarga de realizar la fotosíntesis y parte de la energía resultante -como glucosa y sacarosa- es utilizada por el hongo. Para muchas plantas esta relación es muy ventajosa y en algunos casos llega a ser vital, como en el caso de las orquídeas.

La presencia de micorrizas hace que las plantas sobrevivan mejor en condiciones adversas donde hay escasez de nutrientes o de agua. Además, las micorrizas también pueden incorporar nuevas semillas a la red subterránea de raíces. Es decir, bajo el suelo hay una red social a la que todos los árboles quieren unirse para obtener nutrientes y estar conectados unos con otros a cambio de un poco de azúcar.

Fotograma de National Geographic: “How Trees Secretly Talk to Each Other in the Forest” que ilustra la compleja red subterránea que comparten los árboles de un bosque y por el cuál las plantas mejoran su capacidad de obtención de nutrientes (nitrógeno, potasio y fósforo principalmente) y agua a cabio de aportar azúcares al hongo.

Con las plantas ocurre lo mismo que con las personas; no todas dependen de la misma manera de las redes sociales. Hay plantas que pueden regular su micorrización (su uso de la red), mientras que hay plantas inflexibles que no pueden hacerlo. Las más flexibles, por supuesto, pueden adaptarse mejor a diferentes ambientes. De hecho, la presencia de micorrizas proporciona a la planta mucho más que nutrientes, pues los hongos las protegen frente a la contaminación de metales en el suelo y frente a infecciones bacterianas.

Las micorrizas son, por lo tanto, un bonito ejemplo del trabajo en equipo y de lo positiva que puede llegar a hacer la cooperación entre individuos de la misma o de diferente especie.

¿Sabías que las trufas también forman micorrizas con encinas, robles, castaños y nogales?

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Referencias

Gerz, M., Guillermo Bueno, C., Ozinga, W. A., Zobel, M., & Moora, M. (2018). Niche differentiation and expansion of plant species are associated with mycorrhizal symbiosis. Journal of Ecology, 106(1), 254-264.

National Geographic (vídeo). How Trees Secretly Talk to Each Other in the Forest.

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