¿Hubo Ilustración en España? (1750-1810)

En el anterior artículo hablamos de los inicios de la Ilustración en España. No obstante, será en la segunda mitad del siglo XVIII cuando una nueva generación de intelectuales lleven a cabo sus ambiciosos programas reformistas coincidiendo con los reinados de Carlos III y Carlos IV. Pese a los buenos propósitos de la mayoría de aquellas reformas, muchas de ellas se quedaron por el camino debido a la oposición de los estamentos privilegiados. Otras como la expulsión de los jesuitas, siguen siendo objeto de intenso debate.

El sueño de la razón produce monstruos. Grabado de Goya

La Segunda o Plena Ilustración tuvo su protagonismo en España durante el período comprendido entre 1750-1810. Entre sus principales representantes encontramos al Marqués de la Ensenada, al X Conde de Aranda, Pablo de Olavide, Pedro de Campomanes y Gaspar de Jovellanos. Sus intensos programas reformistas tuvieron como objetivo sacar a España del atraso económico y social en el que se hallaba inmersa. Sin embargo, también hubo medidas muy polémicas, como la expulsión de los jesuitas o el menos conocido intento de exterminar a la etnia gitana. Aquí repasaremos las vidas de aquellos intelectuales, así como sus principales logros y desdichas.

Zenón de Somodevilla y Bengoechea, Marqués de la Ensenada (1707-1781)

Zenón de Somodevilla nació en Hervías (La Rioja) el 20 de abril de 1707. En 1720 fue reclutado como oficial del Ministerio de Marina por orden del ministro Patiño. Tan sólo diez años después, fue nombrado comisario de marina en El Ferrol (Galicia). Durante la guerra de sucesión polaca (1733-1738), se encargó del mando de la escuadra española que reconquistaría el Reino de Nápoles para el príncipe Carlos (el futuro monarca Carlos III). Esta hazaña quedó recompensada con la adquisición del título de marqués de la Ensenada en 1736.

Ocupó los más altos cargos de la monarquía: Secretario del Consejo del Almirantazgo en 1737, intendente del Ejército y Marina y Secretario de Estado y del Despacho, ocupando las carteras ministeriales de Hacienda, de Guerra y de Marina e Indias. Otros cargos atribuidos a su persona fueron notario de los reinos de España, miembro del Consejo de Estado, lugarteniente general del Almirantazgo, Caballero del Toisón de Oro y de la orden de Malta. El monarca Fernando VI, además le nombró secretario de la reina en 1747. Un episodio bastante oscuro dentro su biografía, fue su controvertido proyecto para acabar con la etnia gitana en 1749. Esta siniestra operación conocida como la ‘Gran Redada’ sería compartida bajo diferentes prismas por otros ‘ilustrados’ como el conde de Aranda o Campomanes.

Marqués de la Ensenada

Durante su carrera política, se encargó del fortalecimiento del Ejército y de la Marina, con el objetivo de proteger el comercio colonial y competir contra Inglaterra, convertida ya en una potencia naval de primer orden. Algunas de las ambiciosas medidas que llevó a cabo fueron el impulso de la economía productiva peninsular, un mayor control del comercio americano, una mejora del rendimiento del sistema fiscal, la modernización de la construcción naval española, la creación del Real Giro (1752), la elaboración de un catastro general de riqueza de las 22 provincias castellanas (conocido como el catastro de Ensenada), la creación de canales y carreteras y una reforma de la Hacienda. Consiguió hacer contribuir a los estamentos privilegiados a través de la Única Contribución, todo un hito en la época. El objetivo de todas estas medidas estaban encaminadas a fortalecer el poder real y aumentar la riqueza del reino.

A pesar de todos sus esfuerzos, el ministro Carvajal intentó desprestigiar su figura y tras la muerte de éste en 1754, se encontró con la oposición inglesa y de los estamentos privilegiados por el alcance de sus reformas. Por ello, quedó desterrado a Granada y al Puerto de Santa María. En 1760, fue puesto en libertad por orden de Carlos III. A pesar de ello, en 1766 se le acusó de apoyar el motín de Esquilache. Finalmente quedó desterrado a Medina del Campo (Valladolid), donde murió el 2 de diciembre de 1781.

Pablo Antonio José de Olavide y Jáuregui (1725-1803).

Pablo de Olavide nació en Lima (Virreinato del Perú) el 25 de enero de 1725, hijo de Martín de Olavide, contador mayor del Tribunal de Cuentas destinado en Perú y de María Ana de Jáuregui. Con solo 15 años, se doctoró en Teología por la universidad de San Marcos y dos años más tarde consiguió la cátedra. En 1745, fue nombrado Oidor de la capital peruana. El 28 de octubre de 1746, un gran terremoto golpeó la ciudad de Lima y Olavide fue nombrado Manso de Velasco por el virrey para administrar los bienes de los fallecidos. Sin embargo, algunos le acusaron de utilizar esos bienes para construir el primer teatro de Lima. Por otro lado, se granjeó la enemistad eclesiástica por intentar explicar racionalmente el terremoto. Debido a una serie de polémicas fruto de las deudas contraídas de su padre, desembarcó en Cádiz en octubre de 1750. A pesar de ello, el fiscal de Indias ordenó la confiscación de todos sus bienes en diciembre de 1754. Se casó con Isabel de los Ríos, quien le donó toda su fortuna. Este hecho le permitió ingresar en la Orden de Santiago.

Pablo de Olavide

En 1766, empezó sus primeras labores de gobierno y en 1767 recibió la tarea de repoblar Sierra Morena con pobladores alemanes, bávaros, suizos, griegos, valencianos y catalanes como intendente de los cuatro reinos de Andalucía (Sevilla, Córdoba, Jaén y Granada). Fue nombrado asistente de la ciudad de Sevilla, encargándose de la reordenación urbana de dicha ciudad. Otras de sus labores en la capital hispalense incluyen la reforma universitaria, la liberalización del comercio, la reforma agraria y la mejora de la navegación en el Guadalquivir. A su vez, Olavide hizo frente al fraude de la Real Hacienda y en la administración de las rentas municipales. De 1769 a 1773, creó nuevas poblaciones como La Carlota (Córdoba), La Carolina (Jaén), Prado del Rey (Cádiz) o La Luisiana (Sevilla). A finales de 1775, el número de colones establecidos ascendía a 13.000.

Olavide hubo de enfrentarse a la Santa Inquisición por su apoyo al teatro y por su Plan de Estudios de la Universidad de Sevilla que apartaba a los frailes de la enseñanza, lo cual le valió la acusación de hereje. Durante 8 años estuvo recluido en un monasterio. Esta situación le llevaría a un nuevo exilio en Francia, donde pasó 17 años. Su estancia en el extranjero le permitió recuperar contactos con Diderot y Voltaire. No obstante, durante el terror jacobino de 1794 pasó 9 meses en prisión acusado de ser colaborador de la aristocracia. En 1798, el monarca Carlos IV le encomienda su regreso a España con la restitución de todas sus dignidades. Falleció en Baeza (Jaén) el 25 de febrero de 1803.

Pedro Pablo Abarca de Bolea , X conde de Aranda (1719-1798)

Pedro Pablo Abarca de Bolea nació en Siétamo (Huesca) el 1 de agosto de 1719. Fue duque de Almazán y el décimo conde de Aranda. Estudió en los seminarios de Roma y Bolonia. Durante su juventud viajó por toda Europa teniendo contacto con Federico de Prusia. Durante el reinado de Fernando VI, fue nombrado embajador en Lisboa. Con la llegada al poder de Carlos III, ocupó el puesto de embajador en Varsovia, obteniendo más tarde el grado de capitán general. Fracasó en su intento de conquistar Portugal en 1762 durante la Guerra Fantástica. Tras el motín de Esquilache de 1766, Carlos III le nombró gobernador del Consejo de Castilla, cargo desde el cual organizó la expulsión de los jesuitas. Durante 7 años al frente del cargo, se encargó de llevar a cabo una política reformista siguiendo los principios de la Ilustración

X Conde de Aranda

En 1767, llevó cabo la repoblación de Sierra Morena junto con Olavide y Campomanes. De 1773 a 1787 fue embajador en París, atribuyéndosele la firma de paz con Gran Bretaña en 1783, la cual pondría fin a la Guerra de Independencia de Estados Unidos (1775-1783). Gracias a las negociaciones del X conde de Aranda se recuperó la isla de Menorca, además de Florida, las costas de Honduras, Nicaragua y Campeche. Hombre de grandes visiones, incluso llegó a predecir el liderazgo mundial de los incipientes Estados Unidos de América en un futuro no muy lejano. Tras la destitución del conde Floridablanca en febrero de 1792, fue nombrado secretario de Estado interino por Carlos IV. Partidario de una política de neutralidad frente a la Francia revolucionaria, le sucedería en el cargo Manuel Godoy quien provocaría su exilio a Jaén por su negativa a la política belicista con Francia. Murió en Épila (Zaragoza) el 9 de enero de 1798.

Pedro Rodríguez de Campomanes (1723-1802)

Nació el 1 de julio de 1723, en Sorriba (Asturias). Se desconoce la universidad en la que realizó sus estudios, aunque se piensa que pudo ser entre Oviedo y Sevilla. En 1742, se traslada a Madrid para trabajar como pasante con el abogado Ortiz de Amaya. En 1748, ingresa en la Real Academia de la Historia tras la publicación de su obra ‘Disertaciones históricas del orden y caballería de los templarios’. Siete años más tarde, fue nombrado director general de Correos y Postas durante el reinado de Fernando VI. En 1762, Carlos III le nombró ministro de Hacienda, cargo que le permitió promulgar medidas de gran calado como la regulación del libre comercio en 1765, la libre circulación de cereales, la prohibición a los cargos eclesiásticos de ostentar responsabilidades jurídicas o administrativas y poner freno a los bienes catalogados como ‘manos muertas’ (tierras sin cultivar), asunto que abordó en su obra ‘Tratado de la valía de la amortización’ (1765). Aunque sus medidas fueron bien valoradas por la clase política del momento, se encontró con la fuerte oposición de la Iglesia, quien temía perder buena parte de sus propiedades.

Campomanes

En 1763 fue miembro de la Real Academia Española y en 1764 presidió la Real Academia de la Historia. Tras el motín de Esquilache de 1766, el conde de Aranda le encargó un informe para depurar responsabilidades, en el que finalmente se ordenó la expulsión de los jesuitas en abril de 1767. En ese mismo año, junto con Olavide y el conde de Aranda, llevó a cabo la repoblación de Sierra Morena. Dentro de su obra ‘Instrucción para las nuevas poblaciones de Sierra Morena y fuero de sus pobladores’, trató de analizar las reformas agrarias que en su opinión debían aplicarse al campo español. Entre estas reformas, se encuentra el reparto de tierras a los pequeños propietarios, la imposición de arrendamientos a largo plazo o la posibilidad de compatibilizar agricultura y ganadería.

En 1775, constituyó la Real Sociedad Económica de Madrid. Once años más tarde, fue nombrado presidente del Real Consejo de Castilla y en 1789, tras su nombramiento como presidente de las Cortes, propuso un proyecto de ley para que pudiesen reinar las mujeres, aunque finalmente no vería la luz. A pesar de sus logros, su figura decayó políticamente a partir del reinado de Carlos IV, debido al ascenso del conde de Floridablanca y al recelo provocado por la Revolución Francesa. En 1791, quedó destituido de todos sus cargos debido a su creciente ceguera, aunque conservó su puesto en el Consejo de Estado. Falleció en Madrid el 3 de febrero de 1802.

Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811)

Gaspar de Jovellanos nació el 5 de enero de 1744 en Gijón (Asturias). Procedente de una familia de hidalgos, se graduó de bachiller en Cánones por la universidad de Osma (Soria) en 1761. Dos años después, se licenció en Cánones por la universidad de Ávila y un año más tarde ingresa en el Colegio Mayor de San Ildefonso, graduándose de bachiller en Cánones por la Universidad de Alcalá. En 1768, se le nombró alcalde del Crimen de la Real Audiencia de Sevilla. Una década después, el monarca Carlos III le nombra alcalde de Casa y Corte, cargo que le permitirá acceder a la Real Sociedad Económica Matritense (siendo su director en 1784), a la Real Academia de la Historia (1779), a la Academia de Bellas Artes de San Fernando (1780) y a la Real Academia Española (1781). Más tarde, en 1780 es nombrado Consejero de las Órdenes Militares.

Gaspar de Jovellanos

En 1782, pronunció un discurso sobre la reforma industrial del Principado de Asturias en la Sociedad Económica de Asturias. Como director de esta sociedad, llevó a cabo multitud de proyectos como la explotación de las minas de carbón asturianas, la mejora de las comunicaciones por carretera o la reforma de los estudios universitarios. No obstante, con la llegada de la Revolución francesa se paralizó el desarrollo de las reformas ilustradas. El 7 de enero de 1794, funda el Real Instituto Asturiano de Náutica y Mineralogía durante su destierro en Asturias.

En 1795, la Inquisición intentó prohibir su Informe sobre la Ley Agraria, en el que defendía la liberalización del suelo. En 1797, Godoy le asigna el Ministerio de Gracia y Justicia. Sin embargo, el 16 de agosto de 1798 es apartado de su puesto después de sufrir un intento de envenenamiento. Durante este período sufre un serio desprestigio, hasta su detención el 13 de marzo de 1801. Estuvo preso en la isla de Mallorca hasta 1808. Mientras estuvo preso en la cartuja de Valldemossa y en el castillo de Bellver, se dedicó a escribir el ‘Tratado teórico-práctico de la enseñanza’ y las ‘Memorias histórico-artísticas de arquitectura’.

Después del suceso del motín de Aranjuez, Jovellanos recuperó su libertad. Los ilustrados llamados afrancesados que defendían a José Bonaparte, trataron de convencerle para que formara parte de su gobierno. Por contra, en septiembre representó a Asturias en la Junta Suprema Central Gubernativa del Reino en plena Guerra de Independencia Española (1808-1814). En 1811 escribe la ‘Memoria en defensa de la Junta Central’, tras los continuos ataques a dicha Junta. Regresó a Gijón el 7 de agosto de 1811. Finalmente el 28 de noviembre falleció en el pueblo asturiano de Puerto de Vega.

Hubo otros nombres menos conocidos que también se acogieron a los ideales de la Ilustración: el conde de Floridablanca, el naturalista Antonio José Cavanilles, el matemático Juan Justo García, la pedagoga Josefa Amar y Borbón, el catedrático Diego Muñoz-Torrero, el poeta Juan Meléndez Valdés, entre otros muchos. Sin duda alguna, se puede afirmar que la Ilustración sí tuvo su recorrido en España. Si bien, su alcance y éxito sigue suscitando un enconado debate entre historiadores.

Bibliografía

Aguirre, J. (12 de 12 de 1986). El conde de Aranda y la reforma de espectáculos en el siglo XVIII. http://elpais.com/diario/1986/12/12/cultura/534726008_850215.html

Ayuntamiento de Gijón. d. (s.f.). Biografía de Jovellanos. https://museos.gijon.es/page/9182-biografia-de-jovellanos

Cervera, C. (2016). El Marqués de la Ensenada, el ministro de Fernando que quiso exterminar a los gitanos españoles. http://www.abc.es/historia/abci-marques-ensenada-ministro-fernando-quiso-exterminar-gitanos-espanoles-201604250136_noticia.html

García-Hevía, J. M. (s.f.). Campomanes, la biografía de un jurista e historiador (1723-1802). http://revistas.ucm.es/index.php/CUHD/article/viewFile/CUHD9696110099A/20470

Marroco, A. (12 de 06 de 2013). Pablo de Olavide, el criollo ilustrado que reordenó Sevilla y repobló Sierra Morena. http://sevilla.abc.es/sevilla/20130612/sevi-perfil-biografia-pablo-olavide-201306101640.html

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