El régimen de Pol Pot: el gran genocidio de Camboya

Bajo la dirección del dirigente Pol Pot, se instauró en Camboya un régimen totalitario de influencia maoísta de 1975 a 1979. Dicho régimen fue conocido como la ‘Kampuchea Democrática’. Entre sus características destacaron el regreso a una economía radicalmente agraria, la ruralización forzada de los núcleos urbanos así como torturas, ejecuciones en masa, trabajos forzados generalizados y malnutrición severa causando la muerte de entre 1’5 y 2 millones de personas, alrededor de un cuarto de la población total camboyana.

Antecedentes: la guerra civil camboyana

Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945, Japón se retiró de la Indochina Francesa (las actuales Camboya, Laos y Vietnam). Sin embargo, Francia tuvo la intención de mantener su status colonial en contra de los postulados del Viet Minh, un grupo guerrillero liderado por Ho Chí Minh que buscaba la independencia de Camboya, Laos y Vietnam. El desacuerdo entre las dos partes precipitó la Guerra de Indochina (1946-1954), saldándose con la retirada de Francia de su antigua colonia. Bajo el liderazgo del príncipe y primer ministro Norodom Sihanouk, el reino de Camboya obtuvo su independencia tras la celebración de la Conferencia de Ginebra entre abril y julio de 1954. En dicha conferencia, se acordó la independencia de Laos, Camboya y la partición de Vietnam en dos estados: Vietnam del Norte (comunista) y Vietnam del Sur (capitalista).

Norodom Shihanouk lideró una política de neutralidad en torno al conflicto entre Vietnam del Norte y Vietnam del Sur (1955-1975) durante los años 50 y 60. Sin embargo, a partir de 1965 Sihanouk rompió relaciones diplomáticas con Estados Unidos propiciando una política de acercamiento hacia la Unión Soviética y la República Popular China. Este cambio de postura se debió a la opinión firme de Sihanouk de una derrota estadounidense en el conflicto de Vietnam. Poco después en marzo de 1967, durante un viaje a Francia de Sihanouk, estalló una revuelta campesina en Samlaut, en la provincia de Battambang. Dicha revuelta cobró fuerza por la acción del Partido Comunista de Kampuchea, bajo el liderazgo de Saloth Sar (conocido posteriormente como Pol Pot) desde 1963. Saloth Sar había estudiado en Francia en su juventud dónde tuvo sus primeros contactos con la ideología comunista. A su vez, también recibió influencias del régimen de Mao Zedong en China.

Como respuesta a la revuelta campesina, el comandante supremo del ejército Lon Nol decretó la ley marcial. Este hecho dio comienzo a la guerra civil camboyana (1967-1975), influida a su vez por el conflicto vecino de Vietnam en plena Guerra Fría. En ese año, el Partido Comunista de Kampuchea hizo surgir a la guerrilla de los Jemeres Rojos, encabezados por Saloth Sar, Leng Sary y Son Sen. Mientras tanto, en marzo de 1969 el ejército estadounidense llevó a acciones en territorio camboyano en el marco de la guerra de Vietnam. Esto fue debido a que Camboya formaba parte de la ruta Ho Chí Minh, por la cual el ejército norvietnamita enviaba suministros a la guerrilla del Viet Cong que operaba en Vietnam del Sur contra los ejércitos estadounidense y survietnamita.

En 1969, Sihanouk creó un gobierno de salvación nacional con Lon Nol como primer ministro y restableció las relaciones diplomáticas con Estados Unidos. Sin embargo, en 1970 Lon Nol dio un golpe de Estado para deponer a Norodom Sihanouk y abolir la monarquía. Había nacido la República Jemer (1970-1975), un estado prooccidental y aliado de Estados Unidos. Este hecho provocó la entrada de Camboya en la Guerra de Vietnam. Un evento clave que marcaría el destino final de la guerra civil camboyana, fueron los Acuerdos de París ratificados el 27 de enero de 1973. Mediante estos acuerdos, Estados Unidos se comprometía a retirar sus tropas de Vietnam del Sur. A partir de este momento, la posición de Lon Nol dentro de Camboya empezó a debilitarse. En ese año, los Jemeres Rojos ya controlaban el 70% de Camboya. Esto les permitió poner en práctica algunas de sus ideas revolucionarias que más tarde extendieron al resto del país. Un preludio de lo que ocurriría fue la destrucción de la ciudad de Udong, llevada a cabo por los siniestros Jemeres Rojos.

Fin de la República Jemer y conquista del poder por los Jemeres Rojos

A principios de 1975, decenas de miles de guerrilleros rodeaban a los escasos defensores de Nom Pen, la capital de Camboya. El ejército de la República Jemer se encontraba muy desmotivado. Había varios millones de personas en la capital, muchos de ellos eran refugiados procedentes de otras zonas del país. Los Jemeres Rojos cortaron los suministros por mar, obligando a establecer un puente aéreo con aviones estadounidenses para abastecer a Nom Pen. El 6 de marzo, el aeropuerto fue alcanzado, quedando la capital totalmente incomunicada. Lon Nol decidió exiliarse de Camboya el 30 de marzo. Finalmente el 17 de abril de 1975, los Jemeres Rojos se hicieron con el control total de Nom Pen. Este hecho marcó la fundación de la ‘Kampuchea Democrática’ (1975-1979), un auténtico régimen de terror como jamás se había visto. Todavía nadie podía saber lo que vendría años después, excepto los nuevos gobernantes.

Tras largos años sufriendo una guerra civil, la población camboyana recibió a los Jemeres Rojos con alegría. Pero lo que más sorprendió a los habitantes de la capital fue la inexpresión y la actitud fría de sus nuevos dirigentes, que obedecían las órdenes de forma automática sin rechistar. Para el desconocimiento de la población camboyana, había comenzado una nueva era: el llamado ‘Año Cero’. Saloth Sar se hizo llamar Pol Pot y se renombró así mismo como el ‘Hermano número 1’. Los nuevos gobernantes pretendían llevar a cabo la reconstrucción del país a través de los ideales del trabajo, la pureza revolucionaria y la independencia nacional. En un principio, Pol Pot quiso restablecer a Norodom Sihanouk como jefe de Estado en el nuevo régimen, tratándose solo de una figura protocolaria. Sin embargo, Sihanouk tuvo que renunciar a la jefatura del Estado en abril de 1976. La Asamblea Nacional, integrada en su totalidad por miembros del Partido Comunista de Camboya, eligió como nuevo presidente al Jefe de las Fuerzas Armadas, Khieu Samphan.

Nuevo régimen y genocidio camboyano

La búsqueda de la utopía revolucionaria llevaba a cabo por el régimen de Pol Pot, desembocó en la transformación social más radical de todos los tiempos. Allá donde había fracasado el ‘Gran Salto Adelante’ de Mao Zedong, los recién estrenados gobernantes pensaban que en Camboya triunfaría al tratarse de un país más pequeño, homogéneo y gobernable que China. La pesadilla no había hecho más que comenzar.

Se abolieron las ciudades y las villas siendo sustituidas por ‘cooperativas de alto nivel’. Alrededor de la mitad de la población fue obligada a desplazarse de los núcleos urbanos a campos de trabajos forzados en condiciones de esclavitud. La capital Nom Pen quedó despoblada inaugurándose el famoso centro de torturas S-21 (más tarde Museo Tuol Sleng) para los ‘enemigos’ del régimen. El odio que Jemeres Rojos profesaban hacia la ciudad era tal que la habían descrito como ‘la gran prostituta del Mekong’. Los soldados estaban pendientes de cualquier signo externo de ‘vida burguesa’ de la población desplazada: ropa limpia, manos suaves sin callos, gafas con cristales gruesos (símbolo de intelectualidad), etc. Estos individuos fueron apartados de los demás para posteriormente ser ejecutados. La ‘venganza de clases’ había empezado. Los Jemeres Rojos decidieron eliminar los documentos de identidad, en el nuevo régimen no se necesitarían.

Además de las ciudades, fueron abolidas las escuelas, la moneda, el comercio y todas las clases sociales. En menos de dos meses la nación entera se había colectivizado. Aquellos ciudadanos que habían sido desplazados fueron los llamados ‘nuevos’ o ‘75‘ (año en el que los jemeres rojos ganaron la guerra), mientras que la población rural precedente eran los ‘viejos’ o ‘70‘ (año en el que había estallado la guerra). Se estableció un apartheid efectivo entre los ‘nuevos’ y los ‘viejos’ con el fin de ahondar la brecha entre ellos y estimular el odio de clases. Las familias fueron separadas y los niños eran adoctrinados lejos de sus padres. El acceso a la alimentación también estuvo estrictamente controlado. Debido a esta práctica, la malnutrición empezó a afectar a toda la población, recurriendo al mercado negro y a la ingesta de cualquier cosa comestible para poder sobrevivir: ratas, lagartijas, lombrices, raíces, etc. Cada aspecto de la vida cotidiana era controlado por el ‘Angkar‘ (‘La Organización‘), nombre utilizado para designar a la dirección de los Jemeres Rojos.

Ante las desesperantes condiciones de vida impuestas por el régimen de Pol Pot, muchos camboyanos trataron de huir a los países vecinos pereciendo la mayoría de ellos. Hacia 1978, la locura revolucionaria había llegado a tal nivel que tanto ‘nuevos’ como ‘viejos’ eran sospechosos a ojos del régimen, incluyendo a miembros del propio partido. También se llevó a cabo una represión masiva contra cualquier grupo étnico (chino, vietnamita, etc) con el fin de conseguir la pureza racial, aunque paradójicamente dicha represión acabó dirigida hacia la propia mayoría jemer. La persecución religiosa afectó a todas las confesiones: el islam, el cristianismo y el budismo. La única causa válida era la lealtad al nuevo régimen con el objetivo de provocar el aislamiento del individuo y su total sumisión. Sin embargo, la crueldad y el sadismo del régimen de Pol Pot no le eximió de ver su pronto final a causa de los acontecimientos posteriores.

Invasión de Vietnam y fin de la Kampuchea Democrática

Las ambiciones expansionistas siempre habían estado en la mente de los Jemeres Rojos. El antiguo Imperio Jemer (siglos IX-XV) que se extendió por Camboya, Tailandia, Vietnam, Laos, parte de Birmania y Malasia, constituía el objeto de deseo de Pol Pot y sus seguidores. Mientras tanto, la obsesión por el ‘enemigo vietnamita’ llegó a tal punto que se organizaron purgas entre miembros del partido al pensar que estaban infiltrados entre sus filas. Por esta razón y por sus ambiciones expansionistas, tras algunos conflictos fronterizos entre 1977-1978, se llevó a cabo la invasión del sur de Vietnam en abril de 1978. Esto significaría el principio del fin de la ‘Kampuchea Democrática’. El gobierno de Vietnam lanzó una ofensiva relámpago el 25 de diciembre de 1978 contra Camboya. Tras una corta guerra, el 7 de enero de 1979 el ejército vietnamita entró en Nom Pen. Al día siguiente, se estableció la República Popular de Kampuchea bajo la dirección de Heng Samrin. La población camboyana superviviente del genocidio recibió a las fuerzas extranjeras como libertadores. Los soldados vietnamitas fueron los primeros testigos de las atrocidades perpetradas por los Jemeres Rojos contra su población.

El 11 de enero de 1979, tuvo lugar la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU donde la Unión Soviética defendió las acciones llevadas a cabo por el gobierno de Hanói. Vietnam justificó sus acciones militares tras la revelación de los crímenes cometidos por los Jemeres Rojos. El 19 de enero el ejército chino cruzó la frontera vietnamita iniciándose la breve guerra sino-vietnamita, en respuesta a la invasión de Camboya (su principal aliado) por parte de Vietnam. El 5 de marzo el ejército chino tomó Lang Son, pero hubo de retirarse poco después debido a su escasa experiencia en combate desde la Guerra de Corea. Tanto China, Estados Unidos, Francia y el Reino Unido subvencionaron a los enemigos de Vietnam debido al rencor que estos países arrastraban como consecuencia de sus anteriores derrotas a manos del ejército vietnamita y por su invasión a Camboya. A su vez, siguieron reconociendo a los Jemeres Rojos como el gobierno legítimo de Camboya y acusaban a Vietnam de pretender imponer su fuerza en Indochina. Por otro lado, el ejército vietnamita rehusó el acceso de ayuda humanitaria a Camboya con el fin de hacer colapsar a sus enemigos.

Las fuerzas restantes de los Jemeres Rojos estaban compuestas por decenas de miles de guerrilleros que se refugiaron en el oeste del país, en la frontera con Tailandia, país que les brindaría su apoyo. Practicaron una guerra de guerrillas contra el ejército vietnamita, ocultándose en la jungla y evitando los enfrentamientos en campo abierto. Oficialmente Khieu Samphan reemplazó a Pol Pot como líder del movimiento, aunque éste último seguía al frente en la sombra. En 1984, el ejército vietnamita daba claras muestras de agotamiento, dependiendo de la ayuda soviética para continuar la guerra contra los Jemeres Rojos. Entre 1987-1988, el antiguo príncipe Norodom Sihanouk que había permanecido en el exilio, consiguió el apoyo de Vietnam y la URSS para la progresiva retirada de las tropas vietnamitas de Camboya. La retirada definitiva tuvo lugar en septiembre de 1989. El ejército de Vietnam tuvo cerca de 25.000 bajas y unos 200.000 camboyanos perdieron la vida como consecuencia de la guerra de guerrillas.

Tras la firma de los Acuerdos de París el 23 de octubre de 1991, se acordó establecer una misión de paz de la ONU en Camboya para 1992. La restauración de la monarquía en Camboya en manos de Norodom Sihanouk tuvo lugar en 1993 mediante su aprobación en referéndum. Sin embargo, todavía quedaban los últimos remanentes de los Jemeres Rojos que se negaban a rendirse. Pol Pot cayó en desgracia entre sus seguidores al ordenar la ejecución en 1997 de Son Sen (antiguo ministro de Defensa) y su familia por considerarlo un traidor. Por ello, uno de sus hombres llamado Ta Mok lo puso en arresto domiciliario. Tras la muerte de Pol Pot el 15 de abril de 1998, los últimos combatientes en el noroeste del país depusieron sus armas en diciembre de ese año. La pesadilla había terminado, pero todavía quedaban demasiadas heridas abiertas entre la población camboyana.

Legado y consecuencias

El legado de los Jemeres Rojos puede ser calificado como un auténtico ‘baño de sangre’. Se calcula que perecieron entre 1’5 y 2 millones de personas aproximadamente de un total de 7 a 8 millones antes de su llegada al poder, aunque otras fuentes elevan todavía más la cifra. Casi la mitad de la población del país fue deportada forzosamente de las ciudades al campo, los llamados ‘nuevos’. Este grupo fue el que más sufrió la represión por parte del régimen de Pol Pot, aunque finalmente los ‘viejos’ también sufrieron las consecuencias. Se ha calculado que de haber seguido una evolución demográfica natural, la población camboyana hubiera alcanzado los 10 millones de habitantes para 1980. Sin embargo, solo había algo más de 5 millones como consecuencia de la altísima mortalidad y la brusca caída de la natalidad durante el régimen de Pol Pot. Como consecuencia de las acciones llevadas a cabo por los Jemeres rojos, se calcula que existen cerca de 20.000 fosas comunes repartidas por toda Camboya, los llamados ‘Campos de la muerte’.

El profesor australiano Ben Kiernan ha constituido uno de los mayores expertos sobre el genocidio camboyano. Pero, ¿cómo se había llegado a semejante barbarie? La ideología jugó un papel fundamental en la Kampuchea Democrática. Sus principales líderes pertenecían a un élite intelectual que había estudiado en Francia y que se había inspirado en algunos postulados del Partido Comunista Francés en la década de los 50. Este movimiento también tuvo influencias del estalinismo y muy especialmente del maoísmo. De este último, se pretendieron copiar sus dos mayores fracasos pero llevados al máximo exponente en su macabro proyecto de ingeniería social: la ‘Revolución Cultural’ y el ‘Gran Salto Adelante’. A pesar de ello, oficialmente el pensamiento utópico camboyano no tenía modelo, empleando un discurso nacionalista y xenófobo elevado al extremo.

En su ideario se pretendía rememorar un supuesto pasado mítico que existía antes de la influencia de la corrupción extranjera. Por ello, se quería regresar a una sociedad eminentemente agraria. Se presentó una idealización y exaltación del campesinado como base de su etnia nacional. En base a este pensamiento, se quiso alcanzar la sociedad comunista saltándose las fases previas de industrialización y urbanización. Por otro lado, hubo un intento de purificación racial, social y política que condenó a la muerte a médicos, ingenieros, periodistas, industriales, estudiantes, abogados, funcionarios, políticos, militares, chinos y vietnamitas étnicos. Como dato curioso, algunos afirman que solo quedó un abogado con vida en todo el país tras la caída del régimen. Este concepto de ‘purificación racial’ guarda similitudes con el proyecto de pureza de la raza aria de Adolf Hitler. En el caso camboyano, la mayoría de víctimas eran de etnia jemer, por lo que es considerado por algunos como un ‘autogenocidio’.

El 15 de abril de 1998 falleció Pol Pot, la cabeza de los Jemeres Rojos. El periodista madrileño Vicente Romero dijo las siguientes palabras sobre el dictador camboyano: ‘Nadie rezó por él. Tampoco nadie en el mundo lloró su muerte. Pero nadie en Camboya conseguirá olvidarle’. En enero de 2001, el gobierno camboyano aprobó una legislación para llevar a juicio a los principales líderes de los Jemeres Rojos que quedaban con vida. Los juicios arrancaron en febrero de 2009. Como consecuencia, en 2012 fue condenado a cadena perpetua Kaing Guek Eav, alias ‘Duch‘ (director del centro de torturas capitalino Tuol Sleng). En 2014, corrieron la misma suerte Nuon Chea (‘Hermano número 2’, principal ideólogo y mano derecha de Pol Pot) y Khieu Samphan (jefe de Estado de la Kampuchea Democrática). Ambos fueron condenados a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad. El primer ministro de Camboya, Hun Sen antiguo ex-jemer rojo que se unió posteriormente al ejército vietnamita, ha manifestado su postura contraria a la continuación de dichos juicios generando cierta controversia.

La memoria del genocidio camboyano también ha sido llevada al cine a través de la película ‘The Killing Fields’ (‘Los gritos del silencio’) de 1984, basada en la historia real de Sydney Schanberg y Dith Pran que vivieron en primera persona estos acontecimientos.

Bibliografía:

Almoguera, P. (2018). ‘Primera condena por genocidio a líderes de los jemeres rojos de Camboya’. Elpaís. https://elpais.com/internacional/2018/11/16/actualidad/1542348318_945614.html

Dutton, D. G. (2007). The Psychology of Genocide, Massacres, and Extreme Violence: Why Normal People Come to Commit Atrocities. Praeger.

Etcheson, C. (2005). After the Killing Fields: Lessons from the Cambodian Genocide. Greenwood.

Hannum, H. (1989). «International Law and Cambodian Genocide: The Sounds of Silence». Human Rights Quarterly.

Kiernan, B. (2003). «The Cambodian Genocide, 1975-1979».

PoKempner, D. (1995). Cambodia at War. Human Rights Watch.

Samuel T., William S. P. y Israel W. C. (2003). Century of Genocide. Nueva York; Londres: Routledge

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