El combate naval de Iquique: Chile vs Perú

El 21 de mayo de 1879 ocurrió uno de los más destacados enfrentamientos navales durante la Guerra del Pacífico, conflicto que enfrentó a Chile y el bloque aliado de Perú y Bolivia, entre 1879 y 1883. Ese día, se enfrentaron la frágil corbeta chilena Esmeralda, al mando del capitán de fragata Arturo Prat Chacón y el poderoso monitor blindado peruano Huáscar, al mando del capitán de navío Miguel Grau Seminario.

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A pesar del resultado adverso para Chile, con Prat muerto en la cubierta del Huáscar, el arrojo y entrega del capitán y su tripulación al enfrentarse en evidentes desigualdades a un enemigo superior en fuerzas, pasó a la historia de ambos pueblos como un acto que de valentía, lealtad y heroísmo innegable, estrategia naval destacable y el respeto mutuo por los caídos.

Antecedentes 

Hasta mediados del siglo XIX, las fronteras entre Chile y Bolivia no estaban completamente claras, dejando al Desierto de Atacama como barrera natural. Chile lo declara en 1822 como límite norte​ y Bolivia consideró, desde 1825, la costa en cuestión como perteneciente a su provincia de Potosí.

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Con arreglos políticos para mantener la paz, se acordó dejar un margen de territorio, entre los paralelos 23°S y 25°S, con claros intereses económicos, puesto que esta zona era rica en salitre y guano, materias primas que para ambos países significaban ingresos importantes y por el cobro de impuestos en Antofagasta, los que debían ser repartidos en partes iguales, según el tratado bilateral de 1866.

Hacia 1873, la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta, de capitales exclusivamente chilenos, era la única explotadora del salitre. En 1874, una reforma al tratado suscrito eliminó la norma de beneficios mutuos, bajo la condición que Bolivia no aplicara nuevos impuestos ni subiera los existentes a las compañías chilenas que operaban en Antofagasta. Pero, en 1878, Bolivia, desestimando este tratado, elevó los impuestos a la compañía salitrera. La reacción del gobierno chileno, presidido por Aníbal Pinto Garmendia, fue la de solicitar un arbitraje, pero Hilarión Daza, Presidente boliviano, argumentó que eran asuntos de plena jurisdicción boliviana. Chile renunció a este tratado, mientras Bolivia reaccionó dando fin a la licencia de la compañía salitrera, embargando sus bienes y llevándolas a remate. El 14 de febrero de 1879, día del remate, tropas chilenas ocuparon Antofagasta, sin resistencia, avanzando hasta el paralelo 23°S, dejando la zona ubicada al norte de este paralelo, hasta el río Loa, para Bolivia.

Mientras tanto, Perú, que firmó un tratado secreto de alianza defensiva con Bolivia, ordenó preparar sus fuerzas, enviando simultáneamente un diplomático a Chile para mediar. Ante el avance chileno en ese territorio, el 1 de marzo Bolivia declara la guerra contra Chile. Al negarse Perú de permanecer neutral, Chile declara la guerra a los aliados, el 5 de abril. Al día siguiente, el Perú declaró el casus foederis, es decir, la entrada en vigor de la alianza secreta con Bolivia.

Ante este escenario, Chile vio la necesidad de realizar bloqueos navales de los puertos peruanos principales, Iquique y el Callao, para una futura incursión terrestre. Sin embargo, la flota naval chilena no contaba con barcos modernos o de gran capacidad. Junto con las fragatas blindadas gemelas, Cochrane y Blanco Encalada, tenía las corbetas de madera Chacabuco, O’Higgins, Esmeralda y Abtao, la cañonera Magallanes y la goleta Covadonga. Mientras, Perú tenía cuatro barcos blindados: la fragata Independencia, los monitores Huáscar, Atahualpa y Manco Cápac, la corbeta de madera Unión y la cañonera Pilcomayo. Estas fuerzas navales, sumadas a las terrestres, junto con las de Bolivia, inclinaba la balanza hacia el grupo de los países aliados.

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Ese 5 de abril, la Escuadra Nacional Chilena, al mando del contraalmirante Juan Williams Rebolledo, bloquea Iquique, iniciando una serie de ataques a la infraestructura y transporte de la zona. El 16 de mayo zarpan rumbo al Callao, esperando encontrarse en altamar con la escuadra peruana, quedando la Esmeralda y Covadonga para mantener el bloqueo. Sin embargo, el Presidente peruano Mariano Ignacio Prado, en Arica, enterándose que el grueso de la armada chilena se había retirado, dejando a sólo esas dos frágiles embarcaciones, ordena que el Huáscar y la Independencia vayan hasta Iquique para capturar o hundir los dos barcos.

El 21 de mayo, a las 06:30, el grito “Humos al Norte” del vigía de la Covadonga, alerta a los chilenos de la inminente llegada de los dos barcos peruanos. A las 06:45, la Covadonga avisa «Enemigo a la Vista», disparando un cañonazo. A las 07:00, Prat ordena «Venir al Habla» y «Seguir mis Aguas». A las 08:15, caen las primeras andanadas entre los dos barcos.  

Después de coordinarse con Condell, siendo las 08:20, Prat se dirige a la tripulación con su famosa arenga:

Muchachos: la contienda es desigual, pero ánimo y valor. Hasta el presente, ningún buque chileno ha arriado jamás su bandera; espero, pues, que no sea ésta la ocasión de hacerlo. Por mi parte, yo os aseguro que, mientras viva, tal cosa no sucederá y, después que yo falte, quedan mis oficiales que sabrán cumplir con su deber… ¡Viva Chile!”.

Posteriormente, ambos navíos se acercan a la costa, tratando Prat de ubicarse a 200 metros de ella, dejando a la población de Iquique a sus espaldas, para obligar a Grau a disparar por elevación. Sin embargo, este acercamiento en corto tiempo forzó las calderas del barco, reventando dos de ellas, dejándola prácticamente inmóvil.  Mientras, Condell siguió al sur, pegado a la costa, siendo perseguido por la Independencia

A las 09:30, comenzaron los primeros disparos del Huáscar a la Esmeralda. Una hora después, desde Iquique, el General Buendía emplaza cuatro cañones Krupp y comienza a disparar al barco, quedando así atrapada entre dos fuegos. Prat decide entonces alejarse unos 300 metros de la playa y 1000 metros más al norte, pero una granada del Huáscar atraviesa por babor al barco, anulando cualquier intento de movimiento.

Grau, viendo este giro en la situación, decide espolonear a la Esmeralda para hundirla. A las 11:35, el Huáscar le asesta un primer espolonazo por babor. Al chocar ambos, el monitor dispara sus cañones de diez pulgadas, a corta distancia, produciendo la muerte de medio centenar de marineros. Este espolonazo, a su vez, fue recibido con una tremenda descarga de las baterías de la Esmeralda y fuego de fusilería, pero inútiles para causar daño.

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Allí, al ver la cubierta del buque enemigo a sus pies, Prat, armado con sable y revólver, grita: «¡Al abordaje, muchachos!». Sin embargo, esta orden sólo fue oída por el sargento Juan de Dios Aldea y el marinero Arsenio Canave. Prat alcanzó a avanzar un par de metros en la cubierta del Huáscar, hacia la torre de mando. Recibe un tiro que le dobló de rodillas y otro disparo fatal en la frente, que acaba con su vida. “El valiente Comandante de la Esmeralda murió como un Héroe en la cubierta de este buque, en momentos en que emprendió un abordaje temerario. Yo hice un esfuerzo supremo por salvarlo, pero desgraciadamente, fue ya tarde. Su muerte me amargó la pequeña victoria que había obtenido y pasé un día muy afligido.”, escribía, posteriormente, el almirante Grau a su cuñada Mercedes.

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Luego, el comandante Grau dio tiempo para que sus adversarios se rindieran, alejándose después del espolonazo. En la Esmeralda, mientras, asume el teniente 1º Luis Uribe Orrego, quien llamó a reunión de oficiales y deciden no rendirse, manteniendo todas sus banderas izadas. 

Al ver que la tregua no resultó, Grau decide arremeter nuevamente con la proa, lanzándose a toda velocidad por el costado de estribor. Uribe trató de maniobrar igual que Prat y logró presentar su costado en forma oblicua al espolón del monitor, que abre una vía de agua que inunda la santabárbara y las máquinas.

Hubo un segundo abordaje por doce tripulantes chilenos, al mando del teniente 1º Ignacio Serrano, llevando rifles y machetes, pero caen sobre la cubierta del monitor. La Esmeralda quedó sin gobierno y sin más municiones que las que había en cubierta.

Tras 20 minutos, se efectuó una tercera embestida en el sector del palo de mesana, acompañado de dos cañonazos. Se produce un tercer abordaje, en la que dos marineros saltan a la cubierta del Huáscar. Uno de ellos, el timonel Eduardo Cornelius, logra sobrevivir al combate y relatar su historia. La corbeta, con el tercer impacto, se inclinó de proa y empezó a hundirse. A medida que el buque se inclinaba, el guardiamarina Ernesto Riquelme, gritando vivas a Chile, disparaba el último cañonazo. 

De su tripulación se salvaron sólo 47 hombres, que fueron tomados prisioneros. Las bajas del Huáscar fueron 1 teniente muerto y 7 marineros heridos. En total, el Huáscar disparó 47 proyectiles, siendo impactado por 6 bombas y 23 balas. Los chilenos acusaron 143 muertos. Por su parte, los peruanos perdieron al teniente segundo Jorge Velarde y siete marineros resultaron heridos. Antes de avanzar para reunirse con la Independencia, que salió en persecución de la Covadonga, Grau dispuso el salvataje de los náufragos de la Esmeralda.

Mientras, en Iquique, el Huáscar lograba hundir a la Esmeralda, casi al mismo tiempo en el Combate Naval de Punta Gruesa, la Independencia se enfrentó con la Covadonga, la que, astutamente, logró que el barco peruano, en su afán de embestirla, encallara y recibiera un bombardeo incesante hasta rendirla. El resultado de ese día en Iquique y Punta Gruesa caló hondo en ambos países: mientras en Chile aumentó el fervor patriótico por el heroísmo de Prat y su tripulación, al Perú, si bien logró levantar temporalmente el bloqueo de Iquique, le costó la pérdida de una de las unidades más poderosas de su armada.

Referencias

Guillermo Lagos Carmona. (1966) Historia de las Fronteras de Chile. Los Tratados de límites con Bolivia. Santiago, Chile.

Roberto Querejazu Calvo (1979). Guano, salitre y sangre. La Paz-Cochabamba, Bolivia.

Página web Armada de Chile

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