Caravaca de la Cruz es una población perteneciente a la Región de Murcia, capital de la comarca del Noreste que, en la actualidad, cuenta con más de veinticinco mil habitantes. El municipio hace frontera al norte con Moratalla, al este con Cehegín, al sur con Lorca y Velez-Blanco (Almería), y al oeste también con Moratalla y Puebla de Don Fabrique (Granada). Asimismo, el municipio cuenta con numerosas pedanías (pequeñas y medianas poblaciones dependientes, muy comunes en la Región de Murcia).

Santuario de la Vera Cruz de Caravaca

Cabe destacar que Caravaca de la Cruz, desde 1998, y durante el papado de Juan Pablo II, es una de las cinco ciudades santas del cristianismo, entre las que se encuentran Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Santo Toribio de Liébana. En estas cinco ciudades se halla parte del Lignum Crucis ―o madera de la cruz―, es decir, el madero donde fue crucificado Jesús de Nazaret, Jesucristo; reliquia de incalculable valor espiritual para el cristianismo. Es por tanto obvio que la condición de Ciudad Santa viene por la posesión de la mencionada madera del Lignum Crucis.

Pues bien, iniciemos este recorrido histórico con la caída del imperio almohade, portador del extremismo más radical del Islam. En el año 1212 tiene lugar la batalla de Las Navas de Tolosa, ubicada en Sierra Morena, en la actual provincia de Jaén; donde los almohades son derrotados por los ejércitos de los reinos cristianos, comandados por Pedro II de Aragón, Sancho II de Navarra y Alfonso VIII de Castilla. Esta batalla había sido declarada como cruzada por el papa Inocencio II; y, por tal motivo, habían participado, además de los ejércitos reseñados de los Tres Reyes hispanos, diferentes órdenes militares ―entre las que se encontraba la Orden del Temple― y tropas de ejércitos europeos, es decir, cruzados.

Bandera templaria

Tras la batalla de Las Navas de Tolosa, el imperio bereber se va derrumbando hasta su total desaparición de la Península Ibérica. Pero antes, en 1228, el rey musulmán Ibn Hub se subleva en Murcia contra las fracciones de almohades que aún gobiernan en diferentes territorios del Levante peninsular. Renace, una vez más, el reino de Murcia en los conocidos como “Terceros Reinos de Taifas”. Por estas fechas, y según consta en la leyenda, dos ángeles portaron la Cruz de Caravaca hacia el santuario de la ciudad, a causa de lo cual se convirtieron al cristianismo el vasir musulmán y toda su corte. Esa Cruz estaba compuesta con parte del Lignum Crucis arriba señalado.

Como vemos, son años crueles de batallas, conquistas y derrotas. Y aunque los cristianos van ganando terreno a los musulmanes, en muchas poblaciones de Murcia y Andalucía la mayoría de sus vecinos aún profesan la religión del Profeta. Debido a toda esta inestabilidad social, política y religiosa, en el año 1264, surge la revuelta mudéjar, instigada en gran parte por Muhammad I, el primer monarca del naciente Reino nazarí de Granada. Para sofocar este nuevo levantamiento, Alfonso X el Sabio de Castilla, a través de su esposa Violante, pidió ayuda a su suegro Jaime I el Conquistador de Aragón. Entre ambos ejércitos, se derrotó de nuevo a los mahometanos: en 1265, el rey Alfonso venció a las tropas granadinas; y, en 1266, el rey Jaime entró victorioso en la misma ciudad de Murcia, la joya del Segura.

Sofocada la revuelta mudéjar, en el noroeste de Murcia, se crea una bailía templaria, administrada por un comendador, compuesta por las poblaciones de Caravaca de la Cruz, Bullas y Cehegín. Ahora, estas tierras, junto con las de Lorca, se convierten en la inestable, y peligrosa, frontera con el Reino nazarí.

Pero hablemos, aunque concisamente, de la Orden del Temple; esa mítica organización religioso-militar que tantas veces había luchado contra el islamita.

Torreón templario de Caravaca de la Cruz

La denominada Orden de los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de Salomón, conocida como Orden de Temple, fue creada en 1118 por nueve caballeros francos: Hugo de Payns (primer Gran Maestre), Godofredo Bisol, Godofredo de Saint-Omer, Payén de Mont-Didier, Archembaud de Saint Aignant, Andrés de Montbard, Gondemar, Jacques de Rossal y Hugo de Champagne. Su misión era salvaguardar a los peregrinos y vigilar los caminos de peregrinación a Tierra Santa. Su patrono era San Bernardo de Claraval; su lema: Non nobis, Domine, non nobis. Sed Nomini Tuo da Gloriam (No nosotros, Señor, no nosotros. Solo a Tu nombre sea dada la gloria); su bandera: una cruz roja sobre fondo blanco; y su sello: dos miembros de la orden subidos en un mismo caballo, símbolo de fraternidad y pobreza, y adornado con las letras en latín: Sigillum Militum Xpisti, cuyo significado es: Sello de los soldados de Cristo. Toda una institución poderosa, arraigada en la fe a su Dios verdadero y en la bélica milicia.

Cuenta otra leyenda que, en los años que la orden defendió esas hermosas tierras, el castillo de Caravaca de la Cruz fue fuertemente sitiado por una hueste musulmana procedente del sur. Escaseaban los alimentos y el agua se había corrompido, provocando una grave epidemia. Entonces, unos pocos caballeros templarios decidieron salir de la ciudad, sortearon las fuerzas beligerantes y hallaron vino cerca de Lorca; llenaron los odres que portaban y, burlando otra vez al ejército mahometano, consiguieron llegar a la carrera, con el caballo que transportaba el vino, al castillo y a su salvación.

De este mito surge la fiesta denominada los Caballos del Vino, de interés internacional, y una de las más importantes de la Región de Murcia, que se celebra cada año en el mes de mayo en Caravaca de la Cruz. No obstante, más allá de quimeras, lo que sí es cierto es que fueron años duros en la frontera, bien protegida por una orden que, a su vez, mostró fidelidad tanto a Castilla como a Aragón, según la época en que gobernó una u otra Corona.

Caballos del Vino

Por último, la Orden del Temple permaneció en la bailía de Caravaca de la Cruz hasta su desaparición, en el año 1312, por mandato papal, siendo reemplazada por la Orden de Santiago.

BIOGRAFÍA

  • Antonio Lázaro. La cruz de los ángeles. Editorial Suyma, 2011.
  • Chema Ferrer. Ahriman. El secreto templario. UpWords Media, 2013.
  • Guía de viaje. El Camino de la Vera Cruz (Camino de los Templarios). Roncesvalles – Caravaca de la Cruz. Editorial Natursport, 2017.
  • José Miguel Martínez Carrión. Historia General de Murcia. Editorial Almuzara, 2008.
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Miguel Costa
Miguel Costa nació en Murcia (España) en 1975. Estudia el grado de Historia en la UNED y desde muy joven es aficionado a la lectura, sobre todo a la literatura fantástica, de terror y policíaca. Es seguidor empedernido de escritores como Stephen King, R. A. Salvatore, J.R.R. Tolkien, Gustavo Adolfo Bécquer o Edgar Allan Poe, entre otros. Es miembro fundador del grupo literario de escritores de genero fantástico Círculo de Fantasía, y autor de la saga de novelas de fantasía épica "Los Señores del Edén", de los libros de relatos "El Pasaje del Diablo", "El mercader y el samana", "El sendero de la sangre", "Las voces de la demencia" y "Cantos de Tierra Leyenda" y de los poemarios "Para Virginia" y "En tierras de penumbra"; y "El umbral oscuro", una antología de relatos de terror con la escritora Virginia Alba Pagán, al igual que el poemario "Versos de Medianoche". Y pertenece a la Asociación Literaria Cultural La Estación de las Palabras. En 2019 queda finalista en el «V Concurso de Haikus» de la Librería Haiku de Barcelona, siendo publicado su poema en un libro de la editorial Shinden Ediciones. También ha participado en las antologías de relatos "Dragones de Stygia" y en los poemarios "Versos de Stygia I" y "II" del Círculo de Fantasía. Así como en el libro "Relatos en la caja" del Club de lectura Jacaranda, perteneciente a la Asociación Cultural Jacarilla 2012. Y han sido publicados sus relatos "Blatodeo" y "El hostal" en las revistas Círculo de Lovecraft y Blaster, en ese orden; y sus poemas "El lago de Estigia" y "El mundo de los muertos" en el número 6 de la revista Preternatural de la editorial Pulpture.