¿San Valentín? Quizá quiso decir Lupercales

Ante diem XV Kalendas Martias, o lo que es lo mismo, 15 de febrero, para que ustedes me entiendan. Estamos en Roma, en la antigua Roma, la clásica. Nos encontramos reunidos en una cueva natural en el monte Palatino, la más céntrica de las siete colinas de esta gran urbe.

El clamor popular y el ambiente festivo es evidente por el ánimo, la algarabía y el jolgorio que invade a los romanos en un día como hoy. Todos están congregados en torno a unos chavales que, ya siendo adolescentes en el umbral de su vida adulta, hoy van a desempeñar un papel importante dentro de la tradición romana; se van a convertir en Lupercos o Luperci, tras pasar un tiempo viviendo únicamente de lo que el bosque les ha dado, o más bien de lo que pudieran cazar y recolectar en el mismo.

De esta forma, han logrado entrar en sintonía espiritual con la divinidad Fauno, asociada en cierta medida al sobrenombre de lupus o lobo y al hircus o macho cabrío con cierta denotación de impureza.

Antigua-Roma

En esta gruta, sagrada por considerarse el lugar en donde la loba amamantó a Rómulo y Remo según la leyenda, acaba de alzar los brazos el que parece ser el sacerdote que va a oficiar el ritual. La expectación aumenta, y alcanza su clímax cuando hunde su puñal ceremonial en el cuello de una cabra, derramando el líquido vital en una violenta cascada granate.

Ahora el sacerdote está marcando las frentes de los jóvenes con el cuchillo, para limpiarles posteriormente la marca con un mechón del pelaje del animal empapado en leche de la propia cabra, acto tras el cual los ya lupercos estallan en una extasiada carcajada ritual, colmados de alegría y júbilo.

Lo que va a acontecer ahora es, cuanto menos, curioso y llamativo. Fijaos cómo enseguida se ha formado una procesión en torno a los lupercos, que van despojados de toda vestimenta, llevando únicamente unas tiras de piel recién elaboradas a partir de la cabra sacrificada, las llamadas februas.

Con estas tiras o correas de la piel del animal azotan a todas las mujeres que se cruzan en su camino, correteando en torno al monte Palatino, haciéndolas partícipes de la ceremonia; lo hacen porque este ritual está relacionado con la fecundidad y la sexualidad en vísperas de la primavera. Además, ser golpeado por estas tiras de piel era sinónimo de purificación, lo que se conoce como februatio.

Lupercales

Avancemos ahora en el tiempo, concretamente al año 494. Los cultos paganos están siendo fuertemente condenados y el cristianismo es ahora la religión oficial en Roma. En este año, el Papa Gelasio I condena la festividad de las lupercales por su fuerte carga obscena y sexual, siendo ésta sustituida progresivamente por la conmemoración del martirio y muerte de San Valentín, quien fue martirizado y ejecutado el 14 de febrero del año 270. No será ya hasta 1969 cuando esta celebración sufra otro cambio más, y es que el pontífice Pablo VI eliminó San Valentín como festividad, pasando de esta forma a ser una fecha con santo pero sin celebración religiosa.

Resulta curioso señalar también que, obviando el oscurantismo que existe en torno al conocimiento certero de las lupercales, se llega incluso a relacionar con el origen de lo que hoy conocemos como los carnavales, ya que el historiador Tácito se refiere a esta celebración describiendo a los propios lupercos en un ambiente festivo y siendo animados por el público, convirtiendo el paseo procesional en una carnavalada.

San-ValentínSea como fuere, celebren ustedes esta fecha del calendario como tengan a bien, pero háganme el favor de no sacrificar ninguna cabra ni marcar a su pareja con la sangre del pobre animal, quizás él o ella no se lo tome muy bien.

BIBLIOGRAFÍA:

-Espinós, J.; Masiá, P.; Sánchez, D.; Vilar, M.: Así vivieron en la antigua Roma. Un legado que pervive. Madrid. Anaya, 2010.

-Espluga i Corbalan, X.: Vida religiosa en la antigua Roma. Editorial UOC (Universitat Oberta de Catalunya), 2003.

-Whetstone Johnstone, H.: La vida en la antigua Roma. Madrid. Alianza Editorial, 2010.

 

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